viernes, 15 de febrero de 2013

CÉLULAS SOLARES FLEXIBLES

Cuando pensamos en placas solares siempre nos viene a la cabeza la imagen de los paneles solares rígidos que habitualmente encontramos instalados en tejados o en campos solares. Pero de unos años a esta parte se está avanzando en el estudio y desarrollo de células solares flexibles, más ligeras y más sencillas de colocar. Vamos a ver las diferentes soluciones que están ofreciendo los investigadores.
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En primer lugar ya se pueden encontrar en el mercado paneles solares flexibles, que no presentan mayor innovación tecnológica que la de depositar  sobre un soporte flexible una película fina de células solares.

La composición de estas células es igual a las de los paneles rígidos, sólo que de menor espesor.

Un paso más allá, la Universidad de Stanford está desarrollando las primeras células solares finas y adherentes, que permitirían que fueran pegadas como si fueran tiritas, sobre casi cualquier superficie, tal y como explican en el siguiente artículo de Scientific Reports.
El proceso de fabricación de estas células se realiza mediante el depósito de una película de níquel de 300 nanómetros de grosor sobre una oblea de dióxido de silicio y de silicio. 
A continuación, las células solares de película delgada se depositan sobre esta capa de níquel  y luego se cubren con una capa de un polímero protector. Entonces se une una cinta de transferencia térmica a la parte superior de las células solares para aumentar la transferencia externa de estas hacia un sustrato nuevo. 
En ese momento, la célula solar está lista para ser despegada. Para separarla, se sumerge en agua, a temperatura ambiente, y se separa levemente el borde de la cinta de transferencia térmica. La célula solar queda así liberada del sustrato rígido inicial, pero aún permanece unida a la cinta de transferencia térmica.


A continuación, se calienta esta cinta y la célula solar a 90 °C durante varios segundos, lo que hace que la célula se pueda aplicar a prácticamente cualquier superficie usando cualquier adhesivo. Por último, la cinta de transferencia térmica se retira, dejando sólo la célula solar pegada al sustrato escogido. 
Las pruebas realizadas han demostrado que este proceso de despegar y pegar las células es fiable y permite que las células solares de película fina se mantengan totalmente intactas y funcionales.


Quizá el avance más vistoso sea el logrado por el MIT (Massachusetts Institute of Technology), logrando células fotovoltaicas imprimibles sobre cualquier material, ya sea papel, tela, plástico, PET...,sin que sea necesario que el material esté tratado previamente.
El proceso se realiza mediante la impresión por sublimación, es decir pasando pigmentos en estado sólido a vapor en una cámara de vacío de una impresora similar a las impresoras de inyección. Con unas pasadas se depositan las distintas capas necesarias y se obtiene un grupo de células fotovoltaicas al que se le conectan unos cables y ya está listo para funcionar.


Ofrece una reducción de costes y una durabilidad de al menos de un año, y aunque la potencia que ofrece es  pequeña, puede ser suficiente para pequeños dispositivos electrónicos. 

También en el MIT, aunque dependiendo de otro equipo de investigación, se ha producido una nueva clase de célula fotovoltaica basada en láminas de grafeno flexible cubiertas con una capa de nanocables. Este enfoque de diseño permite obtener células solares baratas, transparentes y flexibles, que podrían instalarse en ventanas, tejados u otras superficies.

Actualmente, el ITO (Oxido de estaño e indio)  es el material típico para los electrodos transparentes usados en las pantallas táctiles de dispositivos como los smartphones. Pero el indio es un material escaso y caro, mientras que el grafeno está hecho de carbono, mucho más abundante y barato. Es por ello que este nuevo material , puede ser una buena alternativa al ITO, ya que además de su costo más bajo, proporciona otras ventajas, como flexibilidad, bajo peso, robustez mecánica y estabilidad química.


Construir nanoestructuras semiconductoras directamente sobre una superficie de grafeno pura sin dañar sus propiedades eléctricas y estructurales es complicado debido a la estructura estable e inerte del grafeno. Para lograrlo, se han empleado una serie de capas poliméricas para modificar sus propiedades, lo que  permite unirle una capa de nanocables eléctricos de óxido de cinc, y encima una cubierta de un material que reacciona ante las ondas de luz.
A pesar de estas modificaciones, las propiedades innatas del grafeno permanecen intactas, proporcionando ventajas significativas para el material híbrido resultante.
Además, en el nuevo material se puede usar un proceso que no exige temperaturas mayores de 175 grados centígrados para depositar nanocables de óxido de zinc en los electrodos de grafeno. Las células solares de silicio suelen afrontar procesos de elaboración con temperaturas muy superiores.


Fuentes:      Universidad de Stanford
              ACS Publications
             
        

viernes, 8 de febrero de 2013

POLÍMEROS ELECTROLUMINISCENTES ¿EL FIN DE LA LUZ FLUORESCENTE?


La Electroluminiscencia es la emisión de luz por parte de un material cuando es sometido a la aplicación de un voltaje. Dicha propiedad es  utilizada en los leds orgánicos (OLEDs) y ahora yendo un paso más allá, un equipo de la Universidad de Wake Forest,  (Carolina del Norte EEUU), liderado por David Carrol * ha desarrollado una nueva y revolucionaria tecnología llamada FIPEL (Field-Induced Polymer Electroluminescent o Polímeros Electroluminiscentes por Campo Inducido).  
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A mucha gente la luz de los tubos fluorescentes les resulta desagradable, y aunque las últimas generaciones de tubos y balastos han mejorado su calidad, el zumbido y las vibraciones que emiten en algunos casos pueden llegar a fatigarles la vista.

La iluminación basada en la tecnología FIPEL ofrece una luz blanca y suave que nada tiene que ver con la luz blanco-amarillenta de los tubos fluorescentes o la luz blanco-azulada de los LEDs.

Estas lámparas están realizadas en base a una matriz nanoestructurada de polímeros que convierten la carga eléctrica en luz. Esto ha permitido a los investigadores crear un nuevo tipo de bombilla que además supera  los obstáculos existentes en la utilización de la iluminación basada en plástico tanto en edificios comerciales como en viviendas. Las investigaciones que respaldan esta tecnología se describen en un estudio aparecido online en la revista Organic Electronics.

El dispositivo se compone de tres capas de polimeros moldeables y emisores blancos mezclados con una pequeña cantidad de nanomateriales que brillan cuando se excitan eléctricamente, creando una luz blanca brillante similar a la luz solar. También pueden realizarse para que emitan luz de cualquier color y fabricarse en cualquier medida, lo que les permitiría reemplazar las bombillas existentes. 

Este nuevo tipo de  iluminación es  al menos el doble de eficiente que la fluorescencia compacta (lo que conocemos como bombillas de bajo consumo), e igual a la tecnología LED. Además son menos frágiles y contaminantes  que las fluorescentes.
Otra ventaja añadida es su larga duración. El equipo de Carroll tiene una lámpara que lleva funcionando diez años. 

El equipo de Carrol es el primero en fabricar una lámpara FIPEL que puede reemplazar a los típicos tubos fluorescentes instalados en muchos hogares y oficinas. Otros usos posibles para esta tecnología pueden ser las pantallas de señalización en autopistas, o estaciones, marquesinas.....

El grupo de Wake Forest está trabajando con una empresa para comenzar a fabricar lámparas con esta tecnología que podría estar disponible al público el año que viene. 



*D.Carroll es el Director del Centro Nanotecnología y Materiales Moleculares en la Universidad de Wake Forest. Los científicos del centro han desarrollado innovadoras tecnologías incluyendo células solares plásticas de elevada eficiencia, o el Power Felt, un tejido que usa el calor corporal para cargar pequeños dispositivos electrónicos.

Más información : Wake Forest University

viernes, 11 de enero de 2013

ÓXIDO Y AGUA PARA ALMACENAR ENERGÍA SOLAR

Comienza el nuevo año y viene cargado con  avances novedosos en el área de la generación y aprovechamiento de energía. En esta entrada vamos a referirnos a un sistema desarrollado por un equipo de la Escuela Politécnica Federal de Lausana (EPFL) en  que permite almacenar la energía solar en forma de un combustible limpio: El hidrógeno.
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Aunque la idea no es nueva (científicos llevan trabajando en ellos durante décadas), sí que lo es el enfoque que  los científicos de la EPFL le han dado, buscando un sistema barato y ecológico que permitiera almacenar la energía renovable.

¿Cómo puede la energía solar almacenarse para estar disponible todo el tiempo, día y noche, en días claros o nublados? Los científicos de la EPFL están desarrollando una tecnología que permite transformar la energía solar en un combustible limpio, con una huella de carbono neutra: El hidrógeno. 
Los ingredientes básicos son el agua y óxidos metálicos, como el óxido de hierro. Kevin Sivula y sus colegas se pusieron como límite la utilización de materiales baratos y de procesos de producción sencillos con el objeto de obtener un método viable y económico para la producción solar de hidrógeno (El dispositivo se describe en un artículo publicado en  Nature Photonics).

La idea de convertir la energía solar en hidrógeno tampoco es nueva; se lleva trabajando en el tema durante más de cuatro décadas. Durante los años noventa, la Escuela Politécnica Federal de Lausana en Suiza se unió a esta búsqueda, con la labor de investigación de Michael Gratzel. Junto a un colega de la Universidad de Ginebra en Suiza, inventó una técnica con la que usar energía solar para extraer directamente el hidrógeno del agua. El principio básico es una célula solar basada en tintes, combinada con un semiconductor basado en un óxido.

El dispositivo es completamenente autosuficiente. En él, los electrones producidos se usan para descomponer las moléculas de agua y obtener oxígeno e hidrógeno. Dos capas distintas tienen la función de generar los electrones cuando son estimuladas por la luz. 

La parte más cara: La placa de vidrio
El equipo del último prototipo se centró en resolver el principal problema de esta tecnología: su coste. Un equipo de EE.UU llegó a alcanzar un eficiencia del 12.4 %, y aunque el sistema era muy interesante desde el punto de vista teórico  tenía un coste de unos 10.000 dólares para una superficie de 10 cm. cuadrados.
Por esto los ciéntíficos se impusieron una limitación desde el principio: usar únicamente técnicas y materiales asequibles. El material más caro en este dispositivo es la placa de vidrio. 
La eficiencia es aún baja (entre un 1,4% y 3.6 %), pero la tecnología tiene un gran potencial. Se espera que con este concepto más económico basado en el óxido de hierro se alcancen eficiencias de un 10% en pocos años, con un coste inferior a 80 $ por metro cuadrado. Este coste permitiría al sistema ser muy competitivo frente a los tradicionales métodos de producción de hidrógeno.
El semiconductor que produce la evolución de la reacción del oxígeno es el óxido de hierro. Es un material estable y abundante, aunque como contrapartida es uno de los peores semiconductores disponibles.

Nano-óxido mejorado con silicio 
Este es el porqué de que el óxido de hierro usado por estos investigadores esté un poco más desarrollado que el que encontramos habitualmente. Este óxido está nanoestructurado, mejorado con óxido de silicio, cubierto con una capa de óxido de aluminio y otra de óxido de cobalto. Estos tratamientos optimizan las propiedades electroquímicas del material, pero no son sencillas de aplicar. Se hace necesario desarrollar métodos sencillos de preparación, como pintar o bañar el material.  
La segunda parte del material está compuesta por un tinte de dióxido de titanio (componente básico de las células solares tintadas) Esta segunda capa permite que los electrones transferidos por el óxido de hierro ganen la suficiente energía para extraer el hidrógeno del agua.




Un espectacular potencial- hasta el 16%
Los resultados presentados en la publicación Nature Photonics representan un avance  que ha sido posible debido a los recientes avances en el estudio del óxido de hiero y en las tinturas sensibles de dióxido de titanio. Sivula prevé que esta tecnología de célula solar podrá alcanzar una eficiencia del 16 % con el óxido de hierro y su bajo coste, que es su principal atractivo. Haciendo posible almacenar energía solar de una manera económica  el sistema desarrollado por EPFL podría incrementar considerablemente el potencial de la energía solar usándola con una fuente renovable viable en el futuro. 


Más información . Escuela Politécnica Federal de Lausana
                                  Nature Photonics